Nuestros intrépidos viajeros se toman un par de días de relajo en el pintoresco pueblo Woodstock, Vermont (no confundir con el legendario pueblo rockero). Allí las viejecitas cantan, las nubes se levantan, y los animales juguetean con los farmers de tú a tú. Elegimos Vermont por sabios consejos, y por que era la manzana en su punto de la cesta que, con Maine, Connecticut, Massachusetts, New Hampshire y Rhode Island, se llama Nueva Inglaterra. Tuvimos suerte una vez más y dimos con un B&B cojonudo, con su peazo granero de 4 pisos y unos dueños la mar de enrollaos (no confundir en las fotos con Steve Martin). El cielo, como siempre, tirando a azul.
Y por fin tengo que decirlo: este pais es supercool. Las fincas, casi sin excepción, están abiertas, sin vallas, y hay una permanente sensación de continuidad entre lo privado y lo público, entre lo "salvaje" y lo "humano". En Nueva Inglaterra (no se como será Idaho) todas las carreteras y autopistas dan la sensación de atravesar bosques vírgenes, hay docenas de enormes parques nacionales o protegidos, y los pueblos son un delicado toque de civilización en la naturaleza. La gente, encantadora. Lo dicho: supercool.
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